A más de uno se le traba la lengua al referirse a la interrumpibilidad eléctrica y no sólo por la dificultad léxica de la palabra, que se las trae, sino por el nudo que se forma de manera natural cuando uno descubre que le han hecho un agujero en el bolsillo.
Un agujero, en este caso en el bolsillo de las empresas, por el que se cuela una moneda de dos euros por cada MWh que consume. Bueno, por eso, y porque unos tipos reunidos en un despacho decidieron un buen día que ibas a ser tú (o tu empresa) quien pagara el peaje de las subastas de la interrumpibilidad eléctrica.
¿Pero qué es la interrumpibilidad eléctrica? Si atendemos a la definición que encontramos en la web de Red Eléctrica Española (REE), se trata de “una herramienta de gestión de la demanda que aporta flexibilidad y respuesta rápida para la operación del sistema ante situaciones de desequilibrio entre generación y demanda.”
“Las empresas interrumpibles son subvencionadas con un fondo (vía subasta) que pagamos tú y yo a través de la factura eléctrica.”
Es decir, cuando hay problemas de generación o transporte, REE debiera dar la orden a los grandes consumidores del servicio de interrumpibilidad (principalmente la gran industria) de reducir la potencia para garantizar así el suministro a todo el país. A cambio, las interrumpibles son subvencionadas con un fondo (vía subasta) que pagamos tú y yo a través de la factura eléctrica.
Ese es el fondo de la cuestión: el impacto económico que la prestación de este servicio supone para el resto del tejido empresarial, ya que, al fin y al cabo, son las empresas corrientes las que le pagan la fiesta a todos los que cobran del sistema, no sólo a las interrumpibles.
Próxima subasta
Entre los días 14 y 18 del mes de noviembre se va a proceder a las nuevas subastas de interrumpibilidad eléctrica, que es el mecanismo de asignación utilizado por REE para aplicar el servicio, según este ente, “de forma competitiva y eficiente”. ¿Pero lo es para todos?
“Para una industria mediana, con un consumo de unos 5.000 MWh/año, el agujero en su bolsillo asciende a unos 10.000 euros.”
Pues resulta que no. El importe que se maneja ronda los 500 millones de euros anuales, que supone para cada uno de los consumidores industriales un sobrecoste en su factura de la luz de unos 2 €/MWh. Eso quiere decir que, para una industria mediana, con un consumo de unos 5.000 MWh/año, el agujero en su bolsillo asciende a unos 10.000 euros.
¿Quién paga la factura?
La realidad es que hay empresas que negocian sus precios por el suministro de electricidad en los despachos, mientras que a los demás no les queda otra que acudir al mercado para intentar reducir el impacto económico por el suministro de electricidad, de forma tal que los sobrecostes siempre los pagamos los mismos.
Es verdad que, tanto para las empresas que reciben las subvenciones relativas a la interrumpibilidad eléctrica, como para los que no, los problemas son comunes: los relativos a productividad, control de costes, lucha con la competencia, apertura de mercados, internacionalización y un largo etcétera. Pero parece ser que sólo aquellas industrias que tienen un determinado tamaño son oídas por la Administración.
“En Grupo ASE defendemos un modelo de gestión de la demanda en alta tensión al que pueda acceder el conjunto de la industria, la grande, la mediana y la pequeña.”
Y ahora lo que toca es ver y oír a los políticos de todo color defender la necesidad económica de tales subvenciones para mantener los puestos de trabajo, seguramente por cuestiones de justicia y solidaridad, olvidándose de la pequeña y mediana industria, aunque grande en el número de puestos de trabajo que supone, que padece problemas análogos a los de la gran industria, pero que ha sido, es y, seguramente, será la gran abandonada en la regulación del sector eléctrico.
Un sistema más justo
Lo que no vale es proponer e implantar un sistema liberal a través de mercado, y a la vez, establecer todo un conglomerado de subvenciones que deforman las señales de precio, elevan artificialmente el mismo e inciden de forma directa en la competitividad de la industria, y no sólo de la industria interrumpible.
Por eso, en Grupo ASE defendemos y reclamamos un nuevo modelo de gestión de la demanda en alta tensión al que pueda acceder el conjunto de la industria, la grande, la mediana y la pequeña.