COVID-19 versus Industria

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Albert Blasco Serrat, economista, es jefe de Contratación y Gestión de la Energía en Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) y ha formado parte del Consejo Consultivo de Electricidad de la CNMC. En este artículo expone algunos de los efectos en nuestra economía de la COVID-19, para la que “no estábamos preparados”. Aconseja reflexionar y medir para que los pasos que hay que dar no sean reactivos sino constructivos.

 

Estamos inmersos en una conmoción a nivel mundial, una situación sin precedentes, desconocida en generaciones y para la que, simplemente, no estábamos preparados. Más allá de su importantísimo impacto a nivel sanitario, probablemente nuestras vidas van a adoptar cambios durante y después de la pandemia. Por tanto, se hace necesario afrontar una serie de reflexiones.

El confinamiento nos ha traído resultados que no debemos pasar por alto: ciudades sin contaminación, sin ruidos, en las que hemos visto campar a sus anchas a animales silvestres por las calles, mientras los humanos estábamos encerrados en nuestras casas. De repente, nos han sacudido cogiéndonos por la camisa y nos han recordado la importancia del medio ambiente y la sostenibilidad.

Por otro lado, el modelo de globalización hacia el cual llevamos años dirigiéndonos nos ha devuelto efectos no deseados. ¿Es posible que no haya industria en Europa capaz de fabricar mascarillas, guantes y otros enseres de protección individual, de vital importancia hoy? Porque no parece que la causa sea una “tremenda complejidad técnica” en su fabricación.

 

«El confinamiento nos ha recordado la importancia del medio ambiente y la sostenibilidad»

 

 

Reacción inmediata

Toda esta situación está llevando a los países a tomar decisiones en el sentido de invertir en la localización de su propia industria y a fomentar el uso de los servicios –especialmente turísticos- en los propios territorios nacionales.

Este modelo de “nacionalismos” puede ser tremendamente peligroso cuando responde a una reacción a los defectos de la excesiva especialización por la globalización. Habrá que ver si somos capaces de encontrar un eficiente punto intermedio.

Así pues, en España vamos a tener que afrontar mayores dificultades que en otros países, porque el impacto tiende a ser bastante más cruel en nuestro entorno, por la forma de nuestro tejido económico. Somos un país que depende en extremo del turismo –sobre el 11% del PIB-, y este recurso va a sufrir un cataclismo este año, como poco.

Además, tenemos una gran dependencia de productos de importación, por lo que vamos a tener que seguir importando por necesidad. Mención destacada para los efectos del escenario actual sobre el empleo: se prevén tasas de desempleo de alrededor del 25%, si no podemos remediarlo.

 

industria versus covid-19

Planificación ajustada

En este marco, no sirve lamentarse del tiempo perdido. Hay que reaccionar con rapidez e impulsar una política industrial agresiva y proactiva. Y todo ello debe ir de la mano de una política energética eficaz. Son dos aspectos que necesariamente deben progresar conjuntamente: Industria y Energía. Lamentablemente no ha sido así en el pasado más cercano en nuestro país.

La política industrial debería manejar conceptos como innovación, investigación y tecnología como ejes vertebradores del cambio. Impedir la fuga de talento industrial, mediante apuestas por la inversión en desarrollo por parte de las Administraciones.

En este país ya se hacen muchas cosas bien, que pueden potenciarse. Sectores como energía, automoción, ferrocarril, químico o siderúrgico deben cuidarse. Pero se hace necesario adquirir nuevas vías de desarrollo para aumentar nuestra presencia industrial en otros ámbitos. Debemos aumentar el papel de la industria en el PIB y reducir nuestra dependencia del exterior.

 

«En este país ya se hacen muchas cosas bien, que pueden potenciarse»

 

 

Actuar con visión

Va a ser necesaria la comentada llamada a la localización industrial, recuperando algunos procesos que se han trasladado a otros países. Pero eso no debe hacerse de forma indiscriminada. Se trata de detectar ventajas y potenciar aquellos sectores donde realmente seamos competitivos. El objetivo a corto plazo es la subsistencia, pero trabajando en objetivos a medio plazo, fomentando la inversión.

Nos encontramos en un momento complejo, de difícil solución, porque todavía no se conoce el alcance temporal de la pandemia. Nos hemos visto obligados a utilizar nuevas herramientas como el teletrabajo y la videoconferencia, métodos que hubiera costado implantar en muchas organizaciones pero que la nueva realidad nos ha obligado a utilizar. Nos estamos dando cuenta que funcionan muy bien y nos ayudan a optimizar nuestro tiempo, por tanto aumentan nuestra competitividad. Este aprendizaje debe llevarnos a trasladar estas experiencias innovadoras a todos los ámbitos empresariales.

 

«El teletrabajo y la videoconferencia optimizan nuestro tiempo. Debemos aprender y aplicar al ámbito empresarial»

 

Es triste que sea necesario un cataclismo de este calibre para que podamos pararnos a reflexionar sobre el rumbo de la economía y el bienestar de las personas. Para este optimista por naturaleza seremos capaces de detectar las ventajas que se presentan y seremos capaces de potenciarlas, para que en un futuro podamos recordar este momento como el punto de inflexión hacia un modelo que nos llevó a un mundo mejor.

 

Albert Blasco Serrat
Jefe de Contratación y Gestión de la Energía en Transports Metropolitans de Barcelona (TMB)

 

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