Bomba informativa y otros virus

espacio prometeo grupo ase bomba informativa coronavirus y otros virus

María José Medialdea, periodista curtida en el parqué bursátil elaborando contenidos sobre economía y finanzas, se ha especializado en comunicación corporativa y bebe de las fuentes hasta construir la información más rigurosa. En este artículo realiza un recorrido histórico-social sobre el impacto de la desinformación en nuestras vidas: desde condicionar las decisiones que tomamos durante una pandemia hasta el modelo energético que perseguimos.

Corre el año 1787. En el debate de apertura de la Cámara de los Comunes británica, un político enumera los tres poderes representados en los escaños: Iglesia, nobleza y comunes. Después menciona un cuarto, señalando a una parte concreta de la bancada. Los asientos a los que apunta son los de la prensa. Asegura que su poder es el más importante de todos.

Según el historiador escocés Thomas Carlyle, esas palabras las pronunció el político anglo-irlandés Thomas Burke, aunque no hay consenso al respecto. Sí lo hay sobre el poder de las crónicas periodísticas del momento: decidir, de todo lo que ocurría allí dentro, qué contar a la ciudadanía y cómo: ¿en la portada o en un breve?, ¿titular?, ¿con una ilustración?, ¿acompañando con una entrevista de alguien que lo valora en un sentido u otro?, ¿revisando la hemeroteca (“donde dije digo…”)? Sin faltar a la verdad, el margen para la interpretación es amplio.

«El cuarto poder era decidir, de todo lo que ocurría, qué se contaba y cómo»

Va a más

Un siglo más tarde, en 1891, en el ensayo de Oscar Wilde ‘El alma del hombre bajo el socialismo’ podemos leer: “Alguien (¿fue Burke?) llamó al periodismo cuarto poder. Sin duda, era cierto en ese momento. Pero en el presente es el único poder. Se ha comido a los otros tres”.

Crucemos el Atlántico esa misma década y detengámonos en otro momento crucial de la historia: la aguja del reloj pasa de las nueve y media. La noche del 15 de febrero de 1898 el acorazado Maine está atracado en el puerto de La Habana. Una cadena de explosiones lo hunde y se lleva por delante 266 almas de una tripulación de 354.

Aunque todo apunta a un accidente, el informe oficial no es concluyente sobre las causas ni apunta a ningún responsable concreto. Esa ambigüedad no detiene al magnate norteamericano de la prensa William Randolph Hearst. No es casualidad que se le atribuya, al parecer erróneamente, la máxima: “no dejes que la realidad te estropee un buen titular”. Hearst fue más allá de la verdad. Apoyándose en el informe, inventó un culpable: España.

«El magnate de la prensa William Randolph Hearst se jactaba de fabricar noticias»

Mucho más allá

A pesar de que nuestros compatriotas pasaron la noche tratando de rescatar supervivientes, se difundió en la prensa el bulo de que los oficiales españoles habían brindado tras la explosión. Hasta tal punto se caldeó la opinión pública que la presión justificó una declaración de guerra de Estados Unidos a España. El conflicto bélico fue breve, pero supuso la puntilla para nuestro decadente imperio de ultramar y tuvo graves efectos económicos en la cotidianidad de nuestro país.

Hoy sabemos que la causa aquella explosión fue un accidente, probablemente por falta de diligencia de sus mandos. Pero las teorías conspirativas asociadas son muchas. Entre ellas, que el propio Hearst ordenó hundir el barco para fabricar la noticia. Una sospecha, en torno a quien Orson Wells inmortalizó como ‘Ciudadano Kane’, que se funda su repetida frase “I make news”.

Coronavirus y otros virus

Y llegamos a la conspiranoia y a 2020. Mientras el coronavirus SARS-CoV-2 expande la COVID-19 por el mundo, otros virus acechan. Entre ellos, el de la desinformación. Este virus infecta la realidad, inoculando mentiras o inexactitudes. La enfermedad que provoca es una opinión pública intoxicada. Aunque sus consecuencias inmediatas puedan ser buscadas, resultan impredecibles en el tiempo.

Si la COVID-19 ha sido una bomba informativa cuya onda expansiva ha eclipsado el resto de la realidad, la desinformación es un torpedo en la línea de flotación de nuestra percepción. Esa con la que conformamos opinión y convicciones, sobre la que tomamos partido y decisiones. A veces tan importantes como votar a favor o en contra del Brexit.

prometeo grupo ase medialdea bomba informativa coronavirus desinformacion

Emergencia COVID-19

‘Todo tiene solución menos la muerte’, resume nuestro sabio refranero. Por eso ahora lo más importante y urgente es contener la COVID-19. Pero eso no quita que sea importante, ni que se esté convirtiendo en urgente, atender a la desinformación. De hecho, está dificultando la gestión de la emergencia.

¿Con qué armas nos enfrentamos al coronavirus? Concienciar sobre los riesgos e instruir para prevenirlos, apelando a la responsabilidad individual. Intervenir médicamente en casos graves. Tratar de controlar el contagio a través del rastreo. Finalmente, asegurar el cumplimiento de las normas y penalizar conductas irresponsables y/o malintencionadas.

Desinformación y futuro

Cuanto más superficial sea nuestro conocimiento, más fácil es contraer desinformación. Y cuanto más nos “toque”, más probable que adoptemos una postura visceral. Ejemplo de libro es el sector eléctrico. De acuerdo a la OCU, solo uno de cada diez españoles entiende su recibo de la luz. Sin embargo, nos sobran convicciones, como que la luz es muy cara en España o que podemos consumir la “energía verde” que nos venden. Incluso odios acérrimos: a la energía nuclear, al (antiguo) impuesto al sol, al euskopeaje

El futuro será sostenible o no será. La COVID-19 lo ha dejado claro. Pero si suprimimos sin más las fuentes contaminantes de nuestro mix energético, al margen de graves daños económicos y sociales a nivel sectorial y geográfico, no podremos responder a nuestras necesidades energéticas y subirá el precio de la luz. Si sube el precio de la electricidad vivir es más caro: o suben los precios de productos y servicios o, para mantenerlos, se reducen otros costes como sueldos y salarios.

«Cuanto más superficial sea el conocimiento, más riesgo de sufrir desinformación»

Con un horizonte verde, el camino pasa por incentivar y desincentivar inversiones y decisiones a largo plazo. Completar este complicado puzle será más llevadero en una sociedad bien informada. Hemos aprendido a luchar contra la COVID-19 con un método que también podemos aplicar a la desinformación. Recapitulando, concienciar e instruir para prevenir, apelando a la responsabilidad individual; intervenir en casos graves;  controlar a través del rastreo; asegurar el cumplimiento de las normas y penalizar conductas irresponsables y/o malintencionadas.

María José Medialdea Fernández, periodista de fuente

La industria nuclear española ante la COVID-19

industria nuclear española gallego zamorano jovenes nucleares

Daniel Gallego Zamorano, ingeniero de Reactor y Salvaguardias Nucleares en la Central Nuclear de Ascó, ostenta un cargo de vocal tanto en la Junta Directiva de Jóvenes Nucleares como en la Comisión de Comunicación de la Sociedad Nuclear Española. A continuación expone cómo el parque nuclear español ha sido capaz de responder con fiabilidad y seguridad, en base a sus elevados estándares de calidad.

 

Ante una situación tan extraordinaria como la actual, la industria nuclear española ha asumido lo complejo de la situación y su condición de necesaria para salir de esta crisis con gran profesionalidad, esfuerzo y compromiso.

Hablamos no sólo de donaciones y aportaciones de material, logística, equipos o infraestructuras frente a la COVID-19 -que también se han realizado desde muchas de las empresas del sector nuclear o desde la propia Organización Internacional de la Energía Atómica de la ONU- sino también del esfuerzo y compromiso diario de los trabajadores de las centrales nucleares para garantizar un suministro eléctrico estable y seguro.

Las centrales nucleares españolas, en representación de la industria nuclear nacional, completó, en 2019, su noveno año consecutivo a la cabeza en cuanto a producción eléctrica nacional (mayor al 21%), según datos de Red Eléctrica Española. Además, la operación del parque nuclear español evitó la emisión de aproximadamente unos 50 millones de toneladas de CO2 el último año.

 

«El parque nuclear español ha evitado la emisión de aproximadamente 50 millones de toneladas de CO2 en el último año»

 

 

Clave para la transición energética

Por todo ello el sector nuclear se ha convertido en un actor clave para la transición energética, la descarbonización y la electrificación. Supone un respaldo fiable y eficiente para las energías renovables, tal y como recoge el IPCC (Panel Intergubernamental del Cambio Climático), en palabras de su vicepresidenta, y ha cobrado especial importancia en la situación generada por la pandemia.

Sumado a esta elevada capacidad de producción, nuestras centrales nucleares son una garantía de suministro robusta y muy necesaria. Más, si cabe, en estos meses de confinamiento en que gran parte de la población ha estado en casa. No hay que olvidar que no sólo los hogares necesitan electricidad. Muchas de nuestras industrias y, por supuesto, los hospitales han estado trabajando a mayor ritmo del habitual, al igual que el propio sector eléctrico en general, y nuclear en particular, para garantizar un servicio tan esencial como la luz eléctrica.
 

«Las altas precauciones habituales ante un enemigo invisible han facilitado la adopción de las medidas de seguridad implementadas»

 

 

Producción y seguridad

Cabe destacar que durante estos meses de confinamiento, tres de nuestros reactores (Almaraz I, Ascó I y Trillo) han tenido que parar para recargar combustible nuclear, tal y como estaba planificado previamente al aislamiento de la población. Como instalaciones críticas para el país son necesarias también ante una situación tan excepcional, y como tal se le ha dado respuesta desde las centrales y sus plantillas, garantizando la producción y la seguridad.

Dichas paradas por recarga han sido alteradas a consecuencia del coronavirus en cuanto a desplazamiento en sus fechas iniciales huyendo del pico de la pandemia, reordenando algunas de sus actividades y aplicando medidas especiales de prevención y protección. Todo ello supervisado bajo la rigurosidad que caracteriza al sector y en consonancia con el organismo regular español, el Consejo de Seguridad Nuclear.

En el sector nuclear, como en otros sectores y empresas, se optó por adoptar medidas como el teletrabajo o la segmentación del personal en turnos distintos para una mayor protección ante posibles contagios. Esto sumado a la implementación de medidas de higiene extraordinarias para todo el personal, similares a las empleadas habitualmente en zona controlada (con posibilidad de contaminación radioactiva), ha sido un éxito en cuanto al poco impacto que el COVID-19 ha tenido entre los trabajadores de las centrales nucleares.

Es precisamente esa costumbre de trabajo, con altas precauciones ante un enemigo invisible, (ya sea la posible contaminación radioactiva en zona controlada de las centrales o el coronavirus actualmente) la que en el caso del sector nuclear ha facilitado un entendimiento, adaptación y compromiso extra con las medidas que han ido implementándose.

A pesar de las dificultades añadidas por la pandemia, los profesionales nucleares han demostrado un elevado nivel de responsabilidad y excelencia en sus labores, cosechando muy buenos resultados en estas actividades de recarga de combustible y mantenimiento.

industria nuclear española gallego zamorano jovenes nucleares espacio prometeo grupo ase
 

Altos estándares de calidad

Sin duda, la apuesta de la industria nuclear española por un empleo de calidad y muy cualificado es una de las claves para estos tiempos tan complicados, lo que además servirá de atractivo para los más jóvenes que opten por acercarse a este sector. La formación y la comunicación (interna y externa) facilitan que el personal esté alineado con las premisas a cumplir y la sociedad pueda así percibirlo, generando confianza tanto de puertas adentro de las centrales, así como con el resto de grupos de interés.

Los altos estándares que ya se aplican desde hace años en la industria nuclear han ayudado a que, aunque se hayan tenido que aplicar medidas extraordinarias, los trabajadores y las empresas del sector hayan podido y sabido adaptarse a ellas inmediatamente. El uso de la experiencia operativa acumulada y aplicada durante estos meses junto con un afán de mejora continua muy marcado en la industria nuclear, sin duda nos ha hecho más fuertes para afrontar los nuevos paradigmas que se nos planteen y mirar con esperanzas y garantías al futuro.

 

Daniel Gallego Zamorano, vocal de la junta directiva de Jóvenes Nucleares

 

Imagen principal: Parque Eléctrico de la Central Nuclear de Vandellós II (Tarragona). Fuente: ANAV.

 

Salvar la Industria para salvar el país

salvar industria salvar pais pedro hojas ugt fica opinion prometeo grupo ase

La trayectoria de Pedro Luis Hojas Cancho está íntimamente ligada a la industria desde la actividad sindical. En 1990 fue elegido por sus compañeros como miembro del comité de empresa de Cerámicas Gala (Grupo Roca). Desde entonces ha ocupado diversos cargos dentro de UGT, hasta su actual puesto de secretario general de la Federación de Industria, Construcción y Agro, UGT FICA. Su artículo reclama consenso político para alcanzar un pacto por la industria. Medidas e inversiones para un desarrollo sostenible, capaz de recuperar y generar empleos de calidad.

 

Los sucesivos Gobiernos de nuestro país, en las últimas décadas, se han venido obcecando en un modelo productivo poco eficiente que nos ha dejado un sector industrial frágil, cuyas debilidades han quedado al descubierto con la pandemia del COVID-19.

Cuando todavía no hemos terminado de encajar sus consecuencias sanitarias y nuestra Sanidad pública sigue luchando para paliar sus efectos, sus repercusiones económicas apenas han empezado a asomar por el horizonte.

La amenaza es real y nuestro país se enfrenta a uno de los desafíos económicos más grandes de su historia reciente y, para ello, necesita de la solidaridad de todos, inteligencia colectiva y autoridad moral de la clase política.

 

«Las consecuencias de la pandemia han evidenciado la necesidad de un sector productivo fuerte, con capacidad de respuesta rápida frente a la adversidad»

 

 

Consenso en tiempos de crisis

Sin embargo, el consenso alcanzado por los grupos políticos al principio del Estado de Alarma se ha ido diluyendo en viejas rencillas partidistas, para dar lugar a una situación parlamentaria más propia de un patio de vecinos que a un foro para defender los intereses generales de nuestro país. Así, tras llevar más de un mes constituida la comisión parlamentaria para el necesario Pacto de Reconstrucción, sus resultados prácticos apenas son destacables.

Resulta paradójico que, con ocasión de la crisis económica anterior de los años 2008 y 2009, cuyas consecuencias hemos venido arrastrando prácticamente desde entonces, nuestra clase política fuera capaz de alcanzar un acuerdo, en apenas 24 horas, para modificar la Constitución, de forma que se estableciese la prioridad de pagar la deuda de nuestro país antes que cubrir las necesidades económicas para atender el resto de las partidas de los Presupuestos Generales del Estado.

Ahora, ante una situación tan grave o más que la que se nos presentó en aquel entonces, parece que el consenso es imposible, y mientras nuestro país se desangra industrialmente.

Nuestra clase política se debate en guerras estériles y poco constructivas, en vez de aunar esfuerzos para conseguir un amplio acuerdo que evite que los efectos de la crisis aparejada a la pandemia se queden enquistados en nuestra economía y en nuestra sociedad. Pero la realidad es terca y no puede esperar a que nuestros representantes políticos alcancen la madurez suficiente para estar a la altura de las circunstancias y actuar como la sociedad española les está exigiendo.

 

«Nuestro principal caballo de batalla ha sido siempre la consecución de un Pacto de Estado por la Industria»

 

 

Pacto por la Industria

Desde UGT FICA nuestra propuesta no puede ser más clara: Salvar la Industria para salvar el país. Nuestro principal caballo de batalla ha sido siempre la consecución de un Pacto de Estado por la Industria. Para asegurar el empleo y garantizar el tejido industrial, a través de inversiones en políticas de I+D+i y de desarrollo tecnológico y digital. Para facilitar innovación en las empresas y aumentar la generación de producciones de mayor valor añadido.

Ahora las consecuencias de la pandemia nos han dado tristemente la razón, evidenciando la necesidad de un sector productivo fuerte que tenga capacidad de dar respuesta rápida a la adversidad.

Ahora es el momento de hacer una apuesta decidida por la Industria. Consideramos que la reconstrucción económica pasa necesariamente por enmendar los errores del pasado, afrontando el futuro con estrategias y políticas diferentes.

El Pacto de Reconstrucción debe contemplar la necesidad imperiosa de dotarnos de un modelo productivo más fuerte, resiliente, próspero y justo. Un modelo basado en una industria potente, capaz de generar un sólido crecimiento económico que posibilite un desarrollo sostenible y la capacidad de recuperar y generar empleos de calidad.

Una estrategia que, además, posibilite fabricar en territorio nacional productos y componentes para las industrias que se consideren estratégicas y con ello reducir nuestra dependencia de terceros mercados.

A tal efecto, desde nuestra Federación hemos urgido al Gobierno a elaborar un mapa preciso como país de las industrias o sectores industriales considerados esenciales y estratégicos para España, con el objeto de crear un tejido industrial nacional fuerte que pueda soportar cualquier adversidad que se nos presente en el futuro.

 

salvar indusria salvar pais pedro hojas ugt fica opinion prometeo grupo ase

Nuestra industria, nuestros intereses

No podemos permitirnos que se vuelvan a repetir las importantes dificultades que hemos atravesado para el abastecimiento de bienes básicos y elementos sanitarios esenciales durante esta pandemia. Es imprescindible apoyar la inmediatez, eficacia y calidad de los productos de las industrias españolas, y ponerlos en valor.

Asimismo, debemos situarnos en igualdad de condiciones que el resto de los países europeos. Al igual que Francia y Alemania han adoptado medidas proteccionistas de apoyo a su industria, inyectando ayudas millonarias a sus empresas sin esperar a que la Unión Europea coordine una política única de reactivación industrial, debemos utilizar las mismas armas para defender a ultranza nuestras empresas y trabajadores porque están en juego miles de puestos de trabajo de calidad y con derechos difícilmente recuperables.

España no puede jugar en desventaja, debe actuar ya habilitando ayudas directas similares a las adoptadas por estos países para defender nuestros intereses.

 

«Francia y Alemania han inyectado ayudas millonarias a sus empresas, sin esperar a una política única europea de reactivación industrial»

 

Nuestra industria ha demostrado sobradamente tener capacidad para reinventarse, pero esa capacidad hay que organizarla y fomentarla a través de medidas e inversiones para poder competir en los mercados. Y eso no depende sólo de la buena voluntad y las buenas palabras, depende de que haya un plan estatal del Gobierno para defenderla.

Ahora tenemos la oportunidad de definir la estructura económica que queremos para nuestro país, y es urgente que el eje del Plan de Reconstrucción tenga su base en la reindustrialización, para dotar de suficiente solidez a la economía española y hacer frente a los retos presentes y futuros.

Emplazamos a la clase política a priorizar los intereses generales del país y actuar de una vez por todas. Necesitamos urgentemente hechos, porque si esperan mucho para lograr un acuerdo se abre la terrible posibilidad de que haya poco que rescatar. La Industria no puede esperar más.

Pedro Luis Hojas Cancho, secretario general de UGT FICA

 

Modo de vida, industria y energía

Modo de Vida, Industria y Energía - Echeandia - Espacio Prometeo - Grupo ASE

Jose Echeandia Merru-Urrutia, economista, es director de Administración de Metro Bilbao. También es miembro del Comité de Economía del Transporte de la Unión Internacional de Transporte Público (UITP) y de la Junta Directiva de la Plataforma Energética kV. En su artículo apuesta por la industrialización de la economía como herramienta para elevar, sostener y repartir un PIB per cápita que nos garantiza el bienestar. Consecuentemente, propone una política energética que permita a las empresas desarrollarse y crecer.

 

Voy a hablar sobre industrialización con el pudor que me produce el haber desarrollado la mayor parte de mi carrera profesional en el sector servicios, y además haberlo hecho desde el sector público, pero me atrevo a hacerlo porque creo que las ideas que voy a exponer no requieren mayor conocimiento que el que da un cierto seguimiento de los datos económicos de nuestro entorno.

 

El modo de vida europeo

Parto de una idea que quizás no todos compartáis conmigo: a mí me gusta lo que, plagiando la expresión estadounidense, podríamos llamar el ‘Modo de Vida Europeo’, y me refiero con esto al que se disfruta en las zonas desarrolladas de la Unión Europea.

Es un modo de vida en el cual hay unos altos estándares de educación, sanidad, seguridad, vivienda y trabajo. También un acceso generalizado tanto a la cultura cómo al ocio. Y todo ello en un régimen de respeto a las libertades individuales.

Alcanzar o mantener esta situación depende de diversos factores, políticos, sociales y económicos, aunque ahora me voy a concentrar únicamente en estos últimos.

Simplificando, podemos decir que el principal factor económico requerido es la necesidad de tener un alto PIB per cápita, sostenido en el tiempo y repartido entre la ciudadanía.

Con ello, la sociedad puede entrar en un circulo virtuoso económico que permita generar recursos suficientes para que el nivel de servicios y de consumo que demandan sus ciudadanos sea satisfecho.

Por supuesto que nada es permanente, el mundo es cambiante y la incertidumbre siempre está presente en nuestras vidas. Pero la experiencia histórica nos dice que una sociedad de este tipo tiene tanto una mayor resistencia cómo una mayor resilencia frente a las crisis que inevitablemente afrontará.

 

«A nivel económico, se requiere un alto PIB per cápita, sostenido en el tiempo y repartido entre la ciudadanía»

 

 

Relación entre PIB per cápita y grado de industrialización

Si analizamos las series de datos de PIB per cápita en las distintas regiones de Europa, y las comparamos con las series que recogen el grado de industrialización en esas mismas regiones, la correlación que se puede observar entre ellas resulta evidente.

Por otro lado, podemos analizar la evolución temporal del PIB per cápita en regiones que han sufrido fuertes cambios en su grado de industrialización, ya sea por haber sufrido fuertes crisis en su modelo o, al contrario, por haberse convertido en nuevos polos de desarrollo industrial, también aquí encontraremos una evidente correlación.

Se suele decir que la industria, por el empleo y la actividad que genera a su alrededor, provoca un efecto multiplicador sobre el PIB, de modo que incrementar el peso de la industria en el PIB significa un crecimiento del mismo, tanto en términos absolutos cómo per cápita.

Obviamente, también podemos encontrar altos PIB per cápita en regiones especializadas en el sector servicios, principalmente vinculados al turismo, aunque el reparto suele ser más desigual, o en regiones con una alta actividad de construcción, pero el sostenimiento es menos estable en el tiempo y el reparto es más desigual.

Quizás la única especialización regional que pueda competir con la industria en obtener un alto PIB per cápita, sostenido en el tiempo y con un alto grado de reparto, sea la de los servicios financieros.

La conclusión resulta clara, con las consabidas excepciones que tiene toda regla, principalmente vinculadas a los grandes hubs financieros, la mejor vía que tenemos para que el PIB per cápita una región alcance las características que requerimos es fomentar que en ella se alcance un elevado grado de industrialización.

Tristemente, no parece que vayamos por el buen camino. En 2018, último dato publicado, la industria generó el 16% del PIB español, lejos del objetivo, marcado por la Unión Europea en 2014, de alcanzar el 20% para el año 2020, y lo que es peor, lejos del 18,7% que suponía en el año 2000. Esta es una tendencia que es absolutamente necesario revertir.

Modo de vida industria y energia - Echeandia - artículo Prometeo - Grupo ASE

 

Industrialización y energía

Parto de un axioma: la industria exitosa opera en un mundo competitivo.

La historia económica está llena de ejemplos que ilustran hacia donde nos lleva un modelo industrial proteccionista, y el paso del tiempo, con sus mejoras en comunicaciones y transporte, no hacen más que conducirnos hacia una competencia cada día más global.

Ante esta necesidad de competitividad, debemos estudiar los principales factores que la pueden condicionar: la productividad, con lo que conlleva de I+D, tecnología calidad de gestión y formación; la financiación, tanto en cuanto a la dotación de capital cómo al acceso al crédito; los principales costos, materias primas, personal y energía…

Son factores múltiples y complejos, pero aquí me voy a limitar al aspecto, tantas veces comentado, del coste de la energía cómo factor de competitividad en la industria. Y, más concretamente, al coste de la energía eléctrica, que es el campo que mejor conozco.

En la mayoría de los países de Europa el suministro eléctrico tiene una historia de monopolios u oligopolios, públicos o con un fortísimo intervencionismo público, que fijaba los precios con criterios dispares, en función de los intereses políticos o económicos del momento.

En las últimas décadas se ha avanzado mucho en la liberalización del sector, con la separación de actividades, la diferenciación de mercados regulados y no regulados y, en algunos casos, con la privatización de las empresas; pero todavía no hemos podido olvidar la cultura de utilizar la tarifa eléctrica como gran herramienta de recaudación para fines sólo indirectamente relacionados con el propio suministro.

 

«Es necesario que la tarifa eléctrica, en sus facetas de comercialización y distribución, refleje únicamente su propio valor»

 

Es necesario que la tarifa eléctrica, en sus facetas tanto de comercialización cómo de distribución, refleje únicamente su propio valor, sin convertirla en la vía para recaudar fondos dedicados a fines medioambientales, de solidaridad interterritorial o interpersonal, subvenciones sectoriales o cualquier otro concepto que no forme expresamente parte del valor del producto suministrado.

Por supuesto que no estamos discutiendo la necesidad de financiar estas actividades, que son críticas en nuestra sociedad, pero entendemos que se debe hacer, entre todos y explícitamente, por la vía de los impuestos. Con el modelo actual, el peso de esta financiación recae únicamente sobre los consumidores de electricidad, a los que, especialmente en el caso de los consumidores intensivos, se les provoca un fuerte daño, a veces irreparable, en su competitividad.

Además de lo anterior, existen otros muchos aspectos en los que trabajar para la reducción de los costes energéticos de las empresas, como puede ser, entre otros, la búsqueda de un uso equilibrado y más eficiente de las redes de distribución eléctrica, le mejora del funcionamiento de los mercados de servicios de ajuste, la mejora de las subastas de interrumpibilidad…

 

Conclusión

He dicho antes que en la historia del suministro eléctrico se pueden encontrar ejemplos de su uso como herramienta política. Yo creo que ahora es el momento de hacerlo una vez más: utilizarla cómo herramienta de política industrial.

La vía para hacerlo es aplicando medidas que puedan traducirse en una reducción del coste del suministro eléctrico a las empresas, tanto en su aspecto de comercialización como en el de distribución, buscando una mejora de la competitividad que les permita desarrollarse y crecer.

Con estas medidas ayudaremos a la industrialización del país, de modo que podamos alcanzar y superar el objetivo del 20% de PIB de origen industrial.

Esta industrialización de la economía podrá elevar, de modo sostenido y repartido, nuestro PIB per cápita, y así podremos avanzar en el camino para alcanzar y mantener ese modo de vida que deseamos.

José Echeandía Merru-Urrutia, director de Administración de Metro Bilbao

 

SOS de la industria en España

sos industria retos españa espacio prometeo grupo ase opinion alejandro rodriguez

Alejandro Rodríguez Segura es ingeniero de sistemas. Lleva casi una década inmerso en el mundo energético, el último año en el equipo de Grupo ASE en Madrid. Su artículo deja de lado la COVID-19, porque “aún falta consolidar los datos”, y expone con todo detalle los puntos fuertes y débiles que hay que gestionar para afrontar la transición industrial y energética: retos y oportunidades.

 

La ralentización de la actividad global, hasta cierto punto lógica tras una fase expansiva tan larga, parece apuntar a un grave resentimiento del PIB mundial en 2020. Su sola posibilidad hace mella en la confianza de los inversores por el factor de incertidumbre que genera, además, la guerra comercial entre los Estados Unidos de Norteamérica (EEUU) y China. Y eso aún a falta de consolidar los datos pos COVID 19.

Diez años atrás, el petróleo y las finanzas dominaban los parqués. En el ranking de las grandes empresas, la primera tecnológica que encontrábamos en la lista en 2008 era Microsoft, que ocupaba la octava posición. En la actualidad, la actividad comercial en el mundo ha cambiado: la industria tradicional se ve relegada en favor de los valores tecnológicos y de la comunicación.

 

Cambios solo aparentes

A pesar de ser modelos contrapuestos, ya que uno se apoya en la financiación privada asumiendo riesgos, y el otro crece al amparo de la protección estatal, nutriéndose de la innovación, transferida por las multinacionales que requieren su mano de obra barata y cualificada, la nueva partida se juega entre Silicon Valley (EEUU) y Shenzen (China).

Entretanto en la Unión Europea, debido a esas tensiones comerciales internacionales y a las incertidumbres en torno al Brexit, se están ralentizando las exportaciones en general y en particular las alemanas (motor de la zona Euro). Con una escasez de mano de obra cualificada y el deterioro de las infraestructuras públicas de comunicación y transporte, el crecimiento económico de los últimos años resulta decepcionante: inferior al 1,8%. La causa son las debilidades políticas y económicas internas, lo que nos lleva a un preocupante escenario de desaceleración económica.

Al mismo tiempo, Europa está viviendo un momento clave para su industria, con grandes desafíos y oportunidades como la expansión internacional, la innovación, la digitalización, la transición energética y la economía circular. Se trata no sólo de recuperar la fortaleza que ha caracterizado a la industria europea en el entorno global, sino también de mantener el empleo de 32 millones de personas. Todo ello en un momento en el que la contribución de la industria al PIB europeo ha caído del 23% al 19% en veinte años, dejando así de liderar poco a poco la economía mundial en esta vertiente, precipitada en los últimos quince años.

 

«El escenario europeo es preocupante, pero también lleno de oportunidades como la transición energética»

 

 

El caso de España

La situación en España es particular. La tasa de parados jóvenes duplica la media de la Unión Europea (34,6% vs 15,3%). Sin embargo, paradójicamente, mientras los costes laborales en España (relación entre salarios y productividad) representan el 88,3% de la zona euro, los de Alemania (108,8%), Francia (106,3%) e Italia (109%) son notablemente superiores.

En términos relativos, las ramas que más incrementan su empleo asalariado en los últimos tiempos han sido actividades inmobiliarias (92%), hostelería (36%) y construcción (27%), lo que ejemplifica claramente las apuestas económicas que se están impulsando. La inmensa mayoría del empleo se ubica en sectores de actividad de bajo contenido tecnológico.

Más de la mitad del empleo asalariado es precario en España, considerando la población afiliada al régimen general de la Seguridad Social por tipo de contrato, y excluidos los sistemas especiales Agrario y de Empleados de Hogar.

Tan solo el 8% del empleo creado se concentra en ramas de contenido tecnológico medio y alto de la industria. Eso explica que en estos casi cinco años de recuperación económica, el peso del empleo en sectores de media y alta tecnología, apenas haya variado y se mantenga en el 7%, de acuerdo a la Fundación Altedía Creade.

El peso de la industria en España ha ido perdiendo puntos porcentuales de PIB: de 26 % en 1980 a 18% en el año 2000 y colocándose en un escaso 12,6% en 2019. En lugar de acoplarnos a la media de la eurozona, situada en un promedio del ~ 20% y a gran distancia de la media de Alemania del ~ 25% del PIB, nos alejamos progresivamente, llevando al tejido industrial prácticamente a la desaparición. Con tasas anuales negativas en todos los sectores, especialmente automoción.

sos industria españa espacio prometeo grupo ase alejandro rodiguez segura

 

El papel de la energía

Si no hay en el horizonte un precio competitivo de la energía, difícilmente se conseguirán inversiones a medio plazo por parte de las multinacionales. Ahí nos jugamos el futuro de una parte muy importante del sector industrial.

La transición energética, implica una profunda transformación de la forma de producir y consumir energía, de la movilidad, de los procesos industriales…

Para el desarrollo de un ecosistema que derive en una Transición Industrial para la Transición Energética, que fortalezca el tejido industrial y tecnológico y además cumpla con los objetivos de descarbonización, se precisa una fuerte implicación tanto de empresas como de administración pública.

 

«La transición energética implica una profunda transformación y requiere implicación de empresas y administraciones públicas»

 

 

Condiciones estructurales

El Gobierno debe favorecer la creación de las condiciones estructurales para que ese cambio se desarrolle mediante inversiones en I+D+i, en formación, internacionalización y financiación, desde la iniciativa privada, principalmente. Se debe pasar de un modelo basado en sectores intensivos en mano de obra, a otro que incorpore un cambio tecnológico.

La relación entre inversión en I+D+i e industrialización es clara. La política implementada en este ámbito por regiones, como Cataluña y País Vasco, muestra claramente el éxito del modelo de integración de la docencia, la investigación y la empresa.

Estas iniciativas conjuntas, público-privadas, participadas por capital mixto y supervisadas por organismos de control, deberían replicarse en el resto del territorio nacional, a través de la especialización. Y, de este modo, luchar paralelamente contra otra crisis, en este caso de ámbito social y demográfico; la crisis de la despoblación (España vaciada).

 

«Las iniciativas público-privadas que integran docencia, investigación y empresa funcionan y hay que replicarlas»

 

 

 

Valioso patrimonio

Otro objetivo prioritario es conseguir retener el talento nacional. Tristemente, en la actualidad es la mayor fuente de exportación del país, por el alto grado de reconocimiento y prestigio mundial de los profesionales formados en nuestras universidades. Y es que, por la configuración del mercado laboral global, es muy complicado, por no decir casi imposible, competir con las condiciones salariales de las ofertas que estos profesionales reciben fuera de España.

Sin embargo, la realidad es que estamos facilitando a los grandes fondos de inversión internacionales, dispuestos a desarrollar en España los grandes parques de renovables, la extracción de todo el beneficio. De esta forma, solo dejan tras de sí un trabajo precario para nosotros.

En lugar de implementar políticas más proteccionistas, al estilo de la península arábica o China, políticas que obligan a que las inversiones realizadas en sus territorios tengan mayoría nacional en su accionariado, asistimos impasibles a la extracción y exportación de la riqueza.

Estamos viviendo un momento histórico. Son tiempos de oportunidad para la industria en España. Porque disponemos de todos los recursos necesarios para poder competir al máximo nivel en términos de desarrollo y construcción de tecnologías de generación de energía renovable (solar fotovoltaica y eólica), estructuras, ingeniería de potencia avanzada, movilidad eléctrica y almacenamiento de energía. Además, gozamos de la mejor posición geográfica para conseguir aprovechar el potencial de la energía solar fotovoltaica, lo que nos proporciona el privilegio de disponer de la energía más barata y limpia de la zona euro.

La cuestión es: ¿seremos capaces de aprovecharlo?

Alejandro Rodríguez Segura, socio de Grupo ASE Madrid

 

Globalización versus industria

globalización versus industria articulo ulacia femetal espacio prometeo grupo ase

Guillermo Ulacia Arnaiz es licenciado en informática y, además, presidente de FEMETAL desde 2014 y de la Comisión de Industria y Energía de CEOE. Su trayectoria profesional se ha desarrollado en el ámbito industrial, concretamente en los sectores de siderurgia, automoción y energía. En este artículo nos recuerda los grandes retos a los que se enfrentaba nuestra economía ya antes de que la COVID-19 pusiera de relieve nuestros puntos más débiles. En ese sentido, pide firmeza en sus propuestas, tanto en su definición como en su ejecución.

 

Mis primeras palabras quiero que sean de agradecimiento al Grupo ASE por dejarme compartir en este ámbito una reflexión sobre la necesidad de emprender una nueva industrialización, que ahora resulta más acuciante iniciar, ante los graves impactos que la COVID-19 ha generado en nuestro tejido industrial.

Comenzamos el año 2020 con síntomas de un debilitamiento de la economía y del comercio mundial, provocado por las tensiones entre dos gigantes como USA y China. A ello se sumaba el abandono de Europa por parte del Reino Unido y otros focos singulares que estaban creando un escenario de verdadera incertidumbre.

A pesar de todo, este era un año que se presentaba en sus inicios tempranos cargado de retos y desafíos a nivel de país y de Europa también. Lo que no imaginábamos era que, en tan solo dos meses, nuestra industria se iba a ver seriamente amenazada y deteriorada, como consecuencia de una crisis sanitaria mundial devastadora a todos los niveles.

 

Retos preCOVID-19

Una crisis que también dejó al descubierto ciertas debilidades de nuestro tejido industrial. De forma súbita, un sector industrial que en España representa el 12% del PIB y da empleo a 2,73 millones de trabajadores, mostraba una industria manufacturera – la más abundante y representativa- que se dejaba en el camino 15 puntos del PMI (índice de gestores de compras).

Esto, según el Banco de España, se debe en un 30% a las dificultades para disponer de suministros para sus cadenas productivas, y en un 50% a la disminución de la demanda. Un país dañado por los cuatro costados que se encuentra de la noche a la mañana con 5,2 millones de personas dependientes de una prestación del Estado por desempleo, incluidas las personas afectadas por ERTE y los autónomos.

Aún no hemos salido de la pandemia, todavía hay contagios y en la retina siguen la más de 27.000 personas que han perdido la vida por el coronavirus. Son cifras que nos deben invitar a una reflexión profunda.

 

«Antes de la pandemia, 2020 ya se presentaba como un año cargado de retos y desafíos a nivel de país y también de Europa»

 

 

Necesidades urgentes

Nuestro país es rico en su capacidad industrial. Sin embargo, lo que antes era una leve vulnerabilidad generada por agentes externos, se ha mostrado como un escenario patente y real. Un tejido industrial con excesiva dependencia de la despensa del mundo, China; un entramado con empresa de pequeño tamaño, el 98% son pymes; una serie de rigideces que le impiden ponerse a la altura de muchos de sus competidores como Alemania o Francia, y una industria donde tan solo el 13,2% de las empresas pueden ser consideradas innovadoras.

Son datos, pero muy reales y gráficos, que muestran una urgente necesidad de abordar un pacto por la industria o una reindustrialización basada en el conocimiento y en la tecnología. Apostando desde el Gobierno de España por la innovación con políticas activas que incentiven la I+D para generar innovación. Porque como bien dijo su Majestad Felipe VI recientemente, “la innovación no es una opción, es una obligación”.

 

globalizacion versus industria artículo guillermo ulacia presidente femetal espacio prometeo grupo ase

 

Planificación industrial

Requerimos un plan industrial supranacional que apoye la producción propia y nos permita limitar la dependencia de otros países para que nuestras cadenas de valor no se rompan en el primer ataque que reciban. Centremos nuestros esfuerzos en fortalecer nuestra industria manufacturera y evitemos que la globalización se convierta en el peor enemigo de la industria.

Es el momento de buscar canales sólidos que nos permitan transferir el conocimiento y la investigación para aplicarla a nuestras industrias, y los clústeres pueden y deben jugar un papel determinante en este cometido, pues son aglutinadores de los diferentes agentes que intervienen en un proceso disruptivo e innovador.

Es necesario mejorar la política fiscal que permita a las empresas reinvertir sus beneficios para crear más empleo. Este escenario nos ofrece una inmejorable oportunidad para potenciar y fomentar una economía libre de carbono que implícitamente debe llevar pareja una protección de nuestros productos en frontera, frente aquellos que proceden de países que no respectan el medio ambiente en sus sistemas de producción.

 

«Fortalezcamos nuestra industria manufacturera y evitemos que la globalización se convierta en su peor enemigo»

 

 

Transición energética

Es el momento de empezar a buscar las oportunidades ante la adversidad. Es el momento de abordar una transición energética justa dirigida a prever y gestionar, con criterios de solidaridad, las consecuencias sobre aquellas comarcas y personas directamente vinculadas a tecnologías que se verán progresivamente desplazadas. Un proceso estratégico que debe ser neutro con la competitividad de la industria, protegiendo la sostenibilidad del tejido productivo, garantizando el suministro energético a precios competitivos.

En definitiva, una transformación que no destruya y deslocalice la riqueza industrial de nuestro país, sino que la proteja e impulse nuevas inversiones en eficiencia energética combinadas con consensos en materia de fiscalidad ambiental y compensaciones antidumping.

 

«Es momento de buscar oportunidades en la adversidad, de reflexionar, pero también de actuar rápido y con decisión»

 

 

El 2020 nos ha puesto a prueba con grandes desafíos, nuestro reto es hacerle frente buscando y sacando lo mejor de nuestro sistema productivo como así se ha visto ante la pandemia. Es tiempo de reflexionar, pero también de actuar rápido y con decisión.

Y tras la reflexión es el momento de despejar el horizonte y buscar las grandes oportunidades que nos puede ofrecer esta nueva recesión.

 

Guillermo Ulacia Arnaiz, presidente de FEMETAL

 

Tras la COVID-19 emergerán de nuevo riesgos previos

mas alla covid articulo ramon lopez tribuna lideres crisis el correo prometeo grupo ase

 

Más allá del COVID-19‘ es el título del artículo de opinión de Ramón López, publicado en la tribuna de ‘Los líderes ante la crisis’ del diario El Correo. En él nos recuerda que, cuando pase la emergencia sanitaria, permanecerán ahí ciertos riesgos para los principales pilares de la economía en Euskadi vinculados al avance en la transición energética. Por eso pide que los programas electorales incluyan propuestas sobre Economía con mayúscula, es decir, sobre cómo la gente se gana la vida. Y, sobre todo, un plan de contingencia.

 

Mas alla del covid 19 ramon lopez tribuna lideres crisis El Correo 2020

 

La transición energética comporta, entre otras cosas, una apuesta por la movilidad sostenible, basada en el vehículo eléctrico, y una evolución hacia la generación distribuida, que dará mayor protagonismo a los consumidores. Ambos factores, hacia los que caminamos inexorablemente, inciden «en buena parte de la industria manufacturera y en dos grandes empresas energéticas vascas, con indudable tracción en el territorio».

Lee el artículo completo en El Correo del martes, 2 de junio de 2020.

 

Industria y energía eléctrica, inseparables

energia e industria inseparables espacio prometeo rafa sebastian

Rafael Gutiérrez Sebastián, de formación ingeniero eléctrico, lleva más de tres décadas en Red Eléctrica de España. Desde su dilatada experiencia, nos explica hasta qué punto están ligadas energía e industria. Lo hace a través de un clarificador repaso de la transformación que ha experimentado la generación eléctrica en los últimos años y de sus implicaciones en los procesos productivos.

 

La aparición de la Covid-19 ha vuelto a colocar a la producción propia en el centro de la actualidad, tanto en los productos agrícolas como en los industriales. Esta circunstancia, aunque posiblemente puntual, puede ayudarnos a reflexionar sobre la forma en la que hemos percibido a la industria en las últimas décadas y cuál puede ser su futuro.

Tampoco es menos cierto que la industria sigue teniendo un peso muy importante, en cifras de puestos de trabajo. Dos millones y medio de empleos se sitúan en este sector, aunque todavía estemos por debajo de cifras alcanzadas en épocas anteriores.

En lo que hace referencia al papel de la energía eléctrica en el sector industrial, ha ido creciendo a lo largo de la historia reciente, relegando a otras fuentes de energía. El consumo eléctrico del sector industrial representa más del 50% del total en el Estado español. Es decir, este dato refleja la importancia del consumo industrial dentro del sector eléctrico.

 

«La industria precisa energía de forma continua, con calidad y a precios razonables»

 

 

Requisitos de la energía

Cualquier proceso o actividad industrial necesita energía para llevarse a cabo y que esta pueda ser obtenida de una forma continua, con calidad y a precios razonables. Si aplicamos este razonamiento a la energía eléctrica, podemos observar que algunos factores complican, en cierta manera, el cumplimiento de la premisa enunciada. Son, principalmente:

  • La energía eléctrica no puede almacenarse. Como consecuencia, la demanda y la generación que la abastece deben ser iguales en cada instante.
  • Un sistema eléctrico eficaz debe ser capaz de integrar, con garantía y seguridad, las diferentes fuentes de energía eléctrica que puedan dar cobertura a dicha demanda.

En este sentido, el papel de Red Eléctrica como Operador del Sistema es fundamental para la consecución de esos objetivos.

Por un lado, realizando previsiones de demanda que se ajusten lo más posible a la realidad. Para ello, tiene en cuenta la temperatura, día de la semana y otros factores que puedan influir. Cuanto más se aproxime esta previsión a la demanda, menores serán los desvíos a ajustar en el sistema.

A su vez gestionando, desde el Centro de Control Eléctrico, la generación de los distintos grupos. Para que su producción se ajuste en todo momento a la demanda real les envía consignas para que suban o bajen su producción cuando sea necesario.

energia industria insperables

 

Cómo está cambiando la energía

El origen de la electricidad que consumimos ha cambiado mucho en los últimos 25 años. Veamos algunos datos.
En 1995 la hidráulica era la principal fuente de energía renovable. Y, con respecto al porcentaje de reparto total, quedaba de la siguiente manera:

  • Energías renovables: 15,04%.
  • Carbón: 44,34%.
  • Resto: 40,62%.

En 2019, el origen de la producción de energía eléctrica ha cambiado considerablemente:

  • Energías renovables: 39%.
  • Carbón: 4,2%.
  • Resto: 56,8%.

La potencia instalada correspondiente a fuentes renovables de energía se sitúa actualmente en el 52% de la potencia total instalada. Por tecnologías, un 24% corresponde a energía eólica, un 16% a hidráulica y un 8% a solar fotovoltaica.

 

«Las renovables ya suman más de la mitad de la potencia total instalada»

 

 

Energías limpias

Estas cifras ponen de manifiesto que, en los últimos años, estamos asistiendo a la descarbonización de la producción de energía eléctrica, para poder cumplir con la reducción de emisiones de CO2. También a un aumento muy importante del papel de las energías renovables, en especial de la eólica y la solar fotovoltaica.

Para poder operar toda esta nueva potencia procedente de energías limpias en las mejores condiciones, se crea en 2006 el Centro de Control de Energías Renovables (CECRE), que supervisa y controla todas las instalaciones de este tipo con potencia superior a 5MW.

A nadie se le escapan las particularidades específicas de integrar este tipo de energías en el sistema eléctrico. Entre ellas, la de conocer de antemano las previsiones de viento e insolación que nos permitan predecir de la manera más fiable posible la energía con la que podemos contar.

Para su gestión en tiempo real se recibe información de la producción de estas plantas cada 12 segundos. Esto posibilita que la energía renovable pueda ser utilizada en las mismas condiciones que las fuentes tradicionales, que presentaban modelos de operación menos complejos.

 

«Para su gestión en tiempo real, se recibe información de la producción renovable cada 12 segundos»

 

Por último, influyen también en la formación del precio del kWh las energías renovables. Están incidiendo muy positivamente en la reducción del coste de la energía. Para el cálculo del precio final del kWh, este tipo de plantas ofertan su energía a precios bajos. Por tanto, cuanto mayor sea su aportación más se notará en el precio final, con respecto a los precios ofertados por las fuentes tradicionales de energía.

Como conclusión, podemos decir que las energías renovables y la industria tienen que ir de la mano ya que ambas se necesitan mutuamente. Los procesos industriales son cada vez más respetuosos con el medio ambiente y las energías limpias están contribuyendo a ello de manera decisiva.

 

Rafael Gutiérrez Sebastián

 

COVID-19 versus Industria

covid-19-industria-albert-blasco-opinion-poscoronavirus-espacio-prometeo-grupo-ase

Albert Blasco Serrat, economista, es jefe de Contratación y Gestión de la Energía en Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) y ha formado parte del Consejo Consultivo de Electricidad de la CNMC. En este artículo expone algunos de los efectos en nuestra economía de la COVID-19, para la que “no estábamos preparados”. Aconseja reflexionar y medir para que los pasos que hay que dar no sean reactivos sino constructivos.

 

Estamos inmersos en una conmoción a nivel mundial, una situación sin precedentes, desconocida en generaciones y para la que, simplemente, no estábamos preparados. Más allá de su importantísimo impacto a nivel sanitario, probablemente nuestras vidas van a adoptar cambios durante y después de la pandemia. Por tanto, se hace necesario afrontar una serie de reflexiones.

El confinamiento nos ha traído resultados que no debemos pasar por alto: ciudades sin contaminación, sin ruidos, en las que hemos visto campar a sus anchas a animales silvestres por las calles, mientras los humanos estábamos encerrados en nuestras casas. De repente, nos han sacudido cogiéndonos por la camisa y nos han recordado la importancia del medio ambiente y la sostenibilidad.

Por otro lado, el modelo de globalización hacia el cual llevamos años dirigiéndonos nos ha devuelto efectos no deseados. ¿Es posible que no haya industria en Europa capaz de fabricar mascarillas, guantes y otros enseres de protección individual, de vital importancia hoy? Porque no parece que la causa sea una “tremenda complejidad técnica” en su fabricación.

 

«El confinamiento nos ha recordado la importancia del medio ambiente y la sostenibilidad»

 

 

Reacción inmediata

Toda esta situación está llevando a los países a tomar decisiones en el sentido de invertir en la localización de su propia industria y a fomentar el uso de los servicios –especialmente turísticos- en los propios territorios nacionales.

Este modelo de “nacionalismos” puede ser tremendamente peligroso cuando responde a una reacción a los defectos de la excesiva especialización por la globalización. Habrá que ver si somos capaces de encontrar un eficiente punto intermedio.

Así pues, en España vamos a tener que afrontar mayores dificultades que en otros países, porque el impacto tiende a ser bastante más cruel en nuestro entorno, por la forma de nuestro tejido económico. Somos un país que depende en extremo del turismo –sobre el 11% del PIB-, y este recurso va a sufrir un cataclismo este año, como poco.

Además, tenemos una gran dependencia de productos de importación, por lo que vamos a tener que seguir importando por necesidad. Mención destacada para los efectos del escenario actual sobre el empleo: se prevén tasas de desempleo de alrededor del 25%, si no podemos remediarlo.

 

industria versus covid-19

Planificación ajustada

En este marco, no sirve lamentarse del tiempo perdido. Hay que reaccionar con rapidez e impulsar una política industrial agresiva y proactiva. Y todo ello debe ir de la mano de una política energética eficaz. Son dos aspectos que necesariamente deben progresar conjuntamente: Industria y Energía. Lamentablemente no ha sido así en el pasado más cercano en nuestro país.

La política industrial debería manejar conceptos como innovación, investigación y tecnología como ejes vertebradores del cambio. Impedir la fuga de talento industrial, mediante apuestas por la inversión en desarrollo por parte de las Administraciones.

En este país ya se hacen muchas cosas bien, que pueden potenciarse. Sectores como energía, automoción, ferrocarril, químico o siderúrgico deben cuidarse. Pero se hace necesario adquirir nuevas vías de desarrollo para aumentar nuestra presencia industrial en otros ámbitos. Debemos aumentar el papel de la industria en el PIB y reducir nuestra dependencia del exterior.

 

«En este país ya se hacen muchas cosas bien, que pueden potenciarse»

 

 

Actuar con visión

Va a ser necesaria la comentada llamada a la localización industrial, recuperando algunos procesos que se han trasladado a otros países. Pero eso no debe hacerse de forma indiscriminada. Se trata de detectar ventajas y potenciar aquellos sectores donde realmente seamos competitivos. El objetivo a corto plazo es la subsistencia, pero trabajando en objetivos a medio plazo, fomentando la inversión.

Nos encontramos en un momento complejo, de difícil solución, porque todavía no se conoce el alcance temporal de la pandemia. Nos hemos visto obligados a utilizar nuevas herramientas como el teletrabajo y la videoconferencia, métodos que hubiera costado implantar en muchas organizaciones pero que la nueva realidad nos ha obligado a utilizar. Nos estamos dando cuenta que funcionan muy bien y nos ayudan a optimizar nuestro tiempo, por tanto aumentan nuestra competitividad. Este aprendizaje debe llevarnos a trasladar estas experiencias innovadoras a todos los ámbitos empresariales.

 

«El teletrabajo y la videoconferencia optimizan nuestro tiempo. Debemos aprender y aplicar al ámbito empresarial»

 

Es triste que sea necesario un cataclismo de este calibre para que podamos pararnos a reflexionar sobre el rumbo de la economía y el bienestar de las personas. Para este optimista por naturaleza seremos capaces de detectar las ventajas que se presentan y seremos capaces de potenciarlas, para que en un futuro podamos recordar este momento como el punto de inflexión hacia un modelo que nos llevó a un mundo mejor.

 

Albert Blasco Serrat
Jefe de Contratación y Gestión de la Energía en Transports Metropolitans de Barcelona (TMB)

 

La de-globalización industrial

retos industria Sanvicens articulo opinion deglobalizacion industria grupo ase

Lluis Sanvicens Escabros se autodefine como entusiasta de la movilidad, la industria y la energía. Es ingeniero y ha dedicado las últimas dos décadas de su trayectoria profesional al ámbito ferroviario. En las siguientes líneas, el autor analiza por qué las empresas más elogiadas por su eficiencia, hasta hoy, son precisamente las más afectadas por el impacto de la crisis sanitaria del COVID-19. Apuesta por un cambio de mentalidad empresarial y un replanteamiento de los planes de negocio.

 

Este artículo pretende aportar algunas pistas sobre cómo conseguir superar dos de los tres retos que tienen las empresas en la actual crisis. Parafraseando una conferencia de Ricardo García Lorenzo, director staff en Grupo Cajamar: “Obtener liquidez, mantener el talento y reinventarse”.

Hace unos días descubrí un escrito de Alexander Jung, en el semanario ‘Der Spiegel’. Hablaba sobre la rotura de la cadena de suministro en la mayoría de las industrias alemanas, debido a las restricciones impuestas en el transporte, y también de las consecuencias que podía tener este hecho a largo plazo.

Su titular era rotundo: «El comienzo de la de-globalización». En el contenido se desarrollaba la idea de que las empresas estaban planteando garantizarse el suministro de materiales y componentes a través de los hasta ahora tan denostados autosuficiencia y almacenamiento. Dicho de otra forma, se empezaba a desconfiar de la externalización que ha llevado a empresas como Adidas a tener solo el 5% de su producción en Alemania y a ser elogiada por ello como ejemplo de eficiencia.

«Se han roto las cadenas de suministro por las restricciones impuestas al transporte»

 

 

Adaptación necesaria

Como los alemanes no son nada improvisadores y cuando el río suena, agua lleva, creo que vale la pena tener en cuenta este artículo para hacernos una idea de qué le puede deparar el futuro a la industria europea. Como ejercicio, veamos el ciclo racional de los cambios en la cadena de suministro, las consecuencias y las medidas correctoras.

Tenemos una industria que quiere depender menos del exterior. Como consecuencia, decide internalizar procesos. Por tanto, necesitará más espacio y aumentar plantilla. El resultado es que el coste de su producción aumentará. La medida correctora que se propone es la robotización. En otras palabras, tecnificar más y mejor los procesos productivos.

Esto abre un amplio abanico de trabajos, para adaptarse a un mundo que dejará de tener la fábrica en Oriente. Se precisará más espacio industrial, reingeniería y un renovado y fortalecido I+D+i.

 

 

Puntos fuertes

Veamos qué nos cuentan del producto y de las ventajas competitivas que podemos ofrecer, respecto a otras fábricas menos tecnificadas y con más fuerza laboral. Y ahí surge la piedra filosofal del conocimiento del producto, de su ciclo de vida, de la forma de usarlo, de su mantenimiento.

Veámoslo con un ejemplo. Hasta el día de hoy, los fabricantes suministraban equipos y explicaban de manera general su funcionamiento. Algunos los ponían en marcha, otros hasta tenían posventa, entendida como un servicio reactivo ante fallos. Y, por último, algunos pocos mantenían esos equipos como una contrata más de sus clientes.

¿Cómo podría mejorarse lo anterior? Con conocimiento. Si conozco el producto que fabrico y sé dónde va a operar, puedo dar consignas claras de funcionamiento, monitorizarlo para seguir aprendiendo de su comportamiento y avisar periódicamente a mi cliente sobre las actuaciones en operación y mantenimiento que deberían hacerse para que funcione bien y no se precisen correctivos.

Aparte de fabricar, esto significa, por un lado, la adquisición, el tratamiento y el análisis de datos. Por otro, un servicio post-venta proactivo, que acompañe al cliente en todo el ciclo de vida de nuestro producto. La globalización de datos va a seguir.

 

«La clave es el conocimiento del producto: su ciclo de vida, la forma de usarlo y su mantenimiento»

 

 

Cambio de paradigma

Las pistas están dadas, el resultado es obvio. No obstante, quiero recalcarlo, por si hay algún despistado: mantener e impulsar el talento en la industria. O, lo que es lo mismo, confiar en los técnicos en plantilla, que serán quienes conozcan mejor cómo mejorar los procesos, cómo tecnificarlos más, cómo incorporar aquellos que han sido externalizados y que se sabe que tienen que hacerse en casa.

Además, contratar aquellos perfiles que no se tengan, para que la empresa se base en el conocimiento. En definitiva, encarar el cambio: de ser una empresa basada en productos a otra proveedora de servicios.

Queda un gran trabajo por delante. Las industrias más conservadoras, las que han mantenido gran parte de sus procesos en casa, hoy pueden dormir más tranquilas. Tienen una parte del camino hecho. Al resto les toca lidiar con la rotura de stocks y proveedores. Todas, unas y otras, tendrán que reinventar su plan de negocio para poder perdurar.

 

«Optimización en base al impulso del talento y a la inversión en I+D+i»

 

 

Lluis Sanvicens Escabros
Entusiasta de la Movilidad, la Industria y la Energía